jueves, 17 de septiembre de 2009




El imperio del norte
por João Pedro Stedile / publicado en La Vanguardia
Los grandes especialistas norteamericanos nunca ocultarán a nadie su vocación imperial. Desde que ganaron una batalla contra el imperio inglés, procedieron a actuar con los mismos mecanismos de dominación para explotar a otros pueblos y otros territorios y mantuvieron sus niveles de beneficios y de acumulación de riqueza. Se ha ido aplicando gradualmente la doctrina Monroe, con escasas variantes relativas a la correlación de fuerzas entre el país y la esfera internacional. Actualmente nos hallamos ante una variante de la doctrina Monroe de "América para los americanos" o, mejor dicho, para las empresas multinacionales norteamericanas. La economía estadounidense se enfrenta a una grave crisis. Los analistas internacionales discrepan -poco- sobre su intensidad y profundidad, no sobre su naturaleza. Ante esta situación, las grandes empresas norteamericanas (no más de dos centenares) y el Gobierno de Bush decidieron acelerar el control ejercido sobre todo el continente americano, de Alaska a la Patagonia, como forma de incrementar sus negocios, de aumentar sus beneficios y de salir así de la crisis más rápidamente. Este ámbito de dominio se denomina Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que mejor podría llamarse "área de libre circulación del capital norteamericano". Se trata, en realidad y de forma notoria, de una gran estrategia de recolo- nización de todos los países del sur a fin de que las empresas multinacionales norteamericanas dispongan de total libertad y puedan aumentar sus tasas de beneficio y competir en mejores condiciones con sus rivales de Europa y de Asia. A este fin, el proceso de aplicación de este plan se inicia en 1994. Pero de cualquier forma, el Pentágono ha destacado más de 700 altos funcionarios destinados a esta misión. Se han creado, además, nueve grupos de trabajo permanente, de carácter intergubernamental, para precisar cómo será esta recolonización. Ninguna entidad o institución de la sociedad civil o de los parlamentos tuvo acceso a los debates y acuerdos. Los aspectos relativos al comercio se reducen en todo caso a una de las cuestiones de interés. El resto se halla relacionado con la agricultura, el territorio, los servicios, las inversiones, el sector público, las tecnologías y las patentes, la moneda, la autonomía relativa de los estados del país. Y, por último, un Tribunal Internacional especial para dirimir problemas entre empresas o entre empresas y estados, que ya funciona en Nueva York, extensible a ALCA. Este tribunal aplicaría todo el ordenamiento jurídico internacional y sometería a los países y las empresas nacionales a los dictámenes emanados de la influencia norteamericana como ya sucede con los casos problemáticos relativos al Tratado de Libre Comercio de la región norte, como México o Canadá.



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